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"El globito de agua" desmontando la frase... "TIENES A LOS HIJOS CRIAOS"!

 

Hoy voy a aprovechar una frase muy común para hablar de un tema muy serio con un poco de humor ... ¡Pero si ya tienes a los hijos ¨criaos¨!

Pues bien, esta aparentemente inofensiva frase me hace pensar en qué momento decidimos que ha llegado la hora de poner el piloto automático. Si bien el ser humano tiende a lo cómodo, al pónmelo fácil y lo hace en cualquiera de las áreas de su vida, como pueda ser la pareja, cuando hablamos de criar, la cosa es peligrosa y la razón es que tenemos en nuestras manos algo muy valioso, el desarrollo emocional de nuestros hijos.

Cuando somos padres, una oleada de motivación inunda nuestra vida. No quieres perderte nada de lo que ocurra con ese nuevo individuo que pone nuestra vida patas arriba. Y no solo no quieres perderte nada sino que todo se te hace poco para estimular sus sentidos ... Y te lo digo yo que he visto como se llenaban teatros con padres de niños muy pequeños, incluso bebés que aplaudían y saltaban en sus butacas como niños viendo a su pequeño disfrutar. Pues bien, el " síndrome del padre motivao" comienza a remitir con la entrada del niño al colegio y digo "comienza a remitir" porque no se cura de pronto, va decreciendo poco a poco y entonces empiezas a ver como directamente proporcional a la edad del churumbel, puedes encontrarte padres en las mismas butacas que se tiran la hora con el móvil porque el niño ya se lo baila solo. 

Y ojo, que no soy yo de culpar ni de recriminar y soy la primera que entiende el ritmo de vida de hoy pero... ¿Nos hemos parado a pensar cómo afecta esto a nuestros hijos?

Le despiertas, desayuna rápido, ponte el abrigo, sal pitando que nos vamos al cole y no llegamos, ¡Siempre tarde!, le recoges a las 4 y lo montas en el coche, con suerte una extraescolar, de la extraescolar a casa, deberes , ducha cena, ¡A dormir! - MODO CHAMPIÑÓN "ON". Y no nos damos cuenta pero así pasa el 80% de nuestra semana y por ende el 80% de nuestra vida. Y esta vida de champiñón trae consigo una desconexión brutal con nuestros hijos que tendrán sus consecuencias a corto y largo plazo. ¡SI, LAS TENDRÁ !.

El niño crece, afortunadamente sano y aparentemente no le pasa nada, con lo que vamos tirando y de lo que no nos damos cuenta es que lo que estamos tirando es la conexión con ellos que una vez perdida, cuesta mucho recuperar y que en el peor de los casos es un generador de adultos con problemas y en el menor un mochila cuyo peso se le irá haciendo más pesada con los años.

No vengo a dar lecciones a nadie, no soy psicóloga, ni coach, soy solo una madre apasionada por la crianza en positivo y el desarrollo emocional que gracias a mi profesión como profesora de danza ya mi amor por los niños no he parado de estudiar la manera de que mis hijos y mis alumnos lleven una mochila menos pesada que la que yo cargué. Por eso esta analogía que te voy a contar ahora necesito recordármela a diario, cuando el "modo champiñón" pide paso a mi vida. Simplemente quiero compartirla contigo para que cada minuto cuente en tu crianza. Para que un simple gesto como el beso de recogida en el colegio deje de ser rutinario y se convierta en un beso de verdad acompañado de un abrazo y una mirada a los ojos que lo diga todo. Al principio cuesta cuando vas volado por la vida, pero se consigue... Mi hija mayor con 12 años se lanza a nuestros brazos (con mochila incluida) cada tarde en el instituto, y lo hace consciente, feliz y orgullosa porque le hemos explicado la importancia de la conexión y el amor. Y los día que yo llego con la mente en otra cosa me lo recuerda.

Allá va la analogía ... "el globito de agua".

Cuando nace nuestro bebé es como un globito de agua , pequeño, escurridizo, frágil, debemos tratarle con suma delicadeza pues un despiste podría ser fatal, por eso ponemos todo nuestro empeño en mantenerlo en nuestras manos, caliente, cuidado, atendido.

Pasa el tiempo y nuestro globito de agua se convierte en un Globo de helio, nuestro pequeño niño tiene autonomía propia, puede moverse alegremente y va siempre a nuestro lado, pero muy cerquita y siempre de nuestra mano porque un pequeño despiste se nos podría escapar, o pinchar. Ese cordel del que yo hablo se llama conexión y amor. Sin ese cordel bien sujeto, el globito de helio, se perdería en el cielo.

Nuestro niño crece, y deja de ser un globo de helio para convertirse en una comenta que surca los cielos, alegre a veces, temerosa otras, da giros inesperados y en ocasiones parece que cae pero una mano firme que la sujete tras el cordel la mantiene en su pelea con el viento. Esa mano sigue siendo la conexión y el amor.

El dron. La adolescencia es una época de libertad, de vuelo libre, la cometa da paso a un dron que ya no tiene cordel, que eleva su vuelo y que desaparece de nuestra vista por periodos más largos. Pero ojo, este dron no dispone de GPS, necesita la conexión al mando para que regrese sano y salvo, para que no se pose en lugares peligrosos o que si lo hace, pueda regresar ileso. Necesita cargar baterías a diario y tanto esa recarga como esa guía sigue siendo ... La conexión y el amor. 

Cuanto más equipamiento le pongamos a nuestro dron, más posibilidades tenemos que se convierta en un helicóptero pilotado desde su interior, con autonomía propia. Un helicóptero cuyo piloto toma sus propias decisiones con seguridad aunque siempre será importante la consulta a la torre de control hasta pasar a la madurez. 

La nave que finalmente resulte, es lo de menos, un boing 747, una nave espacial ... da igual (en eso influyen muchos otros factores) lo importante es que ya surque el cielo con autonomía propia y que nunca olvide que siempre tuvo ahí su base de operaciones que le ha dado la seguridad y la confianza tan valiosas que solo el amor del bueno y la conexión pueden generar.

Por todo esto, no olvides darte el valor que mereces. Tu labor es muy importante. Cree en ello y valórate como madre. Tienes una persona para la que eres (y serás) una de las personas más importantes en su vida y su felicidad en gran parte dependiente de ti. ¡Ánimo! el resultado merece la pena. QUIÉRETE COMO MADRE (O PADRE).

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