A veces, como mujer, siento que la vida nos ha metido un gol.
Trabajadora, súper madre, súper esposa, máquina sexual, guapa, delgada, sin celulitis, sin michelines, sin canas, sin arrugas ¡TODO! y sobretodo SIN TIEMPO PARA MI.
Vamos, que tenemos que ser súper mujeres para estar al nivel que nos exige la sociedad (o que nos exigimos nosotras mismas). Y estás ahí, nadando en un mar revuelto y sin flotador, llevando como puedes la presión de tus jefes, o peor aún, tu propia presión si eres emprendedora, la del marido, los hijos, los horarios, las cuentas ... Y llegas a fin de mes y te das cuenta de que han pasado otras cuatro semanas pero que el tiempo que ha dedicado para ti es 0%. Además, en un intento de unirte a la vida saludable, te suscribe al fenómeno BIO, o ecológico y encima tienes que ir a buscar el perdido al huerto urbano. Y esto que a priori es la leche al final significa que la única que se come las manzanas feas, eres TÚ.
¡Pues si! Creo que ya todos (o casi todos) sabemos que las mujeres somos poderosas, que podemos con todo. Y ahora ¿qué?
¿No crees que a veces eres tú misma la que te pones encima toda la presión? Porque a mi me pasa.
Soy emprendedora desde los 25 años y he trabajado como loca hasta que la vida me paró en seco cuando tuve a mi primera hija. Esa fase destrozó mi confianza y me sumió en un periodo oscuro que casi se carga la relación con mi pareja, mi seguridad y todo lo que hasta la fecha pensaba que tenía bajo control. Y pasado el tiempo me di cuenta de que lo que más daño me hacía era la cantidad de prejuicios que tenía. Prejuicios que nos marca una sociedad que aún no se ha preparado para el cambio. Una sociedad marcada por estereotipos que nos hacen "elegir" el tipo de mujer que quieres ser.
pues yo digo ¡NO!
Te pongo mi ejemplo. Cuando estaba embarazada de Daniella, en un curso de maternidad me hablaron de los múltiples beneficios de la lactancia materna. Me dijeron que todas las mujeres podíamos amamantar y que si no lo hacíamos era por nuestra propia decisión. Que no había excusas para privar a tus hijos del "Néctar más preciado de la vida". Tu leche. Pues bien, desde entonces cada vez que veía una madre con su bebé recién nacido y con un biberón pensaba ... ¡Uy, qué poco interés !, ¡Qué mala madre! - "Cuando yo tenga a mi niña, voy a darle lo mejor. Haré lactancia hasta los 6 meses como mínimo". ¡Pues toma! Un síndrome de Hellp que casi nos lleva al otro barrio y me tuvo 4 días en la UVI (y muy malparada) sin conocer a mi pequeña prematura y otros 15 días ingresada en planta con el bebé en neonatos.
Lo primero que hago al despertar en UVI es pedirle a mi suegra un sacaleches ya por él se fueron. Pero nunca me llegó porque una enfermera se lo confiscó a mi hermana en el pasillo (bendita enfermera por cierto).
Salí de UVI y mi entera obsesión era el "Néctar Sagrado" y yo venga a estrujar aquello. Y nada. 4 gotas. Mi hija en Neonatos con 1,7kg y yo sin poder darle lo mejor de mi.
En fin, pasé 6 meses de auténtico martirio. recuerdo saberme la programación nocturna de memoria porque me pasaba el día (y la noche) sacándome leche. ¡5 Meses! y lo máximo que me sacaba de una vez eran 120cc.
RESUMEN: Mi hija, una niña muy sana que no recuerda nada de ese momento y un pecho que parecía que le había pasado por encima de un tractor de recoger patatas, y además la sensación de haber fallado porque a todas estas nunca se agarró al pecho . Le tuve que dar biberón y ser la madre que tanto critiqué. Y todo por los ESTEREOTIPOS. Madre, lactancia, sacrificio, buena mujer, entregada, etc.
Te propongo que elimines de tu vida los prejuicios que te hacen ESCLAVA DE TI MISMA. Que puedas elegir ser una mujer diferente en cada momento. LIBRE. Una mujer que no se juzgue, que tampoco juzga a otras mujeres.
Que te cuides, que te ames, que pienses primero en ti para después (si quieres) dar lo mejor, pero desde el deseo de ser la mejor versión de ti misma. Te propongo un cambio de software porque tu hardware es el que es y ya es maravilloso.
He vuelto a ser madre, esta vez de mellizos y además por subrogación. Mis hijos no solo no han tomado mi leche sino que además han nacido en el seno de otra mujer (maravillosa, por cierto, pero de esto te contaré otro día).
¿Te imaginas la cantidad de prejuicios que he tenido que derrotar para cumplir este sueño?
Lo mejor es que ahora soy LIBRE. Soy una mujer NUEVA y sobretodo FELIZ.
Deja de juzgarte por todo y empieza a pensar en ti.
¡TODO IRÁ A MEJOR!
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